Viernes, 26 de Abril 2024

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Destellos de Amatitán (II)

Por: Juan Palomar

Destellos de Amatitán (II)

Destellos de Amatitán (II)

Los pueblos jaliscienses poseen inmensos valores en cuanto a su composición inicial, su patrimonio urbano y arquitectónico y las tradiciones y aspiraciones que les dan cohesión e identidad. El siglo XX, y particularmente su segunda mitad, trajeron mudanzas y destrozos que en muchos casos alteraron la fisonomía y la personalidad de numerosos centros de población.

Contra ese fenómeno, y a favor de esa identidad lesionada, es preciso recuperar las instrucciones genéticas de Amatitán que guardan en el presente su vigencia y actualidad. Las acciones pueden ser sencillas y contundentes. Se habló ya de la operación agua y jabón, la que con modestia y eficacia devuelva al pueblo una fisonomía que está allí para ser recuperada.

El mismo paso de la vía férrea es una gran oportunidad para atraer un turismo interesado en las bondades de la región agavera, Patrimonio de la Humanidad.

Pero es importante mencionar que constituirse en un atractivo turístico es simplemente el resultado de una armonía social y urbana sobre la que se puede mejorar radicalmente la vida cotidiana de la población. Mucho importa controlar con sensatez el crecimiento urbano para que la unidad de la población no se deteriore con una indeseable dispersión.

Los actores de la renovación de Amatitán serán desde luego todos sus pobladores y sus autoridades. Y muy puntualmente los productores de tequila del municipio, quienes tienen una capacidad de acción y consenso probadas.

Hacia 1936, con el patrocinio de doña Jesusita González, fue renovada y mejorada la Parroquia. El encargado de tal intervención fue el arquitecto Luis Barragán, en colaboración con el arquitecto Ignacio Díaz Morales. Las acciones fueron sencillas y discretas, pero le dieron al templo una presencia digna y de alguna manera atemporal. En el muro del ábside, frontero a la plaza principal, quedaron escritas las bienaventuranzas, como un vigoroso recordatorio de principios siempre deseables.

Un muy particular encanto se encierra en las grutas que, al mismo borde de la plaza, conducen a nacimientos de agua de pasmosa belleza. Sobre dichas grutas se levanta un pequeño cerro que constituye un inmejorable mirador del entorno. El paisaje del lado de la barranca es de una singular belleza.

Los arroyos que cruzan el pueblo, como se ha mencionado, deben ser saneados de tal manera que constituyan cuerpos de agua a cuya vera será posible implantar senderos peatonales y generar bosques de galerías que atravesarán al pueblo como la recuperada marca de nacimiento que a pesar de todo siguen siendo.

Amatitán es un entrañable pueblo, y haciendo las medidas necesarias, será un atractivo arquitectónico, urbano y turístico. Esto, en beneficio de sus habitantes y de quienes visiten la región.

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