Viernes, 29 de Marzo 2024
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Del piropo a la violencia

Por: Vania de Dios

Del piropo a la violencia

Del piropo a la violencia

Hay de piropos a piropos. Son una muestra de afecto o de cariño cuando vienen de alguien a quien conoces y aprecias. En cambio, cuando los dicen desconocidos y además tienen que ver con el físico son molestos y llegan a ser hasta vulgares; esos están lejos (muuuy lejos) de ser un halago.

En pleno siglo XXI aún hay quienes creen que son expresiones de galantería cuando, al contrario, son un tipo de violencia. Son frases que han ido pasando de la calle a las redes sociales. Pero ahí, en la vida virtual, con mayor descaro e impunidad; detrás de la pantalla hay gente escribiendo y mandando mensajes, dando opiniones del cuerpo de mujeres u hombres a quienes ni siquiera conocen.

Expresiones como “Chiquita preciosa” hasta “¡Qué piernotas!” o “¡Qué sabrosa estás!” (y frases por muchísimo peores) son todo, menos un piropo halagador; es incómodo y bastante molesto. No conozco alguna mujer a quien no le hayan faltado al respeto, en la calle o en internet. ¿Cómo alguien puede atreverse a decirle algo así (o cosas peores) a una desconocida o desconocido?

Y son precisamente en espacios como la calle, el parque y el transporte el segundo ámbito donde mayor violencia sufre la mujer. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2016, 38.7% de las mujeres fueron víctimas de actos de violencia por parte de desconocidos en el ámbito comunitario. Es el llamado acoso callejero y, junto con lo que sucede en el mundo virtual, está relacionado con la violencia sexual.

“Mi ropa no es razón de acoso”. No, no existe ninguna justificación para el acoso y la forma de vestirse jamás será pretexto, no tiene por qué dar pie a recibir vulgares comentarios. Se trata de respeto y educación.

“A eso se arriegan”, dicen. Pero no; usar una falda, short o pantalón ajustado nunca será motivo para que alguien le falte al respeto a otra persona. Vestirte como a cada quien le plazca no tendría por qué ser riesgoso, no es autorización de que algún pelafustán opine sobre tu cuerpo o se sienta con derecho a decirte algo.

Tampoco se trata de satanizar los piropos. Hay algunos que de verdad se agradecen y que no tienen que ver con el cuerpo; la caricaturista Pedrita Parker, en una de sus publicaciones en internet, ponía algunos ejemplos, como decir: “Te admiro”, “Ojalá hubiera más gente como tú”, “Me inspiras”, “Me divierto a tu lado”, “Se te ve feliz” o “Tengo suerte de tenerte en mi vida”.

La próxima vez antes de soltar algún piropo, primero hay que preguntarse si es alguna frase relacionada con el físico de la otra persona, sea hombre o mujer. Son situaciones que lamentablemente pasan en cualquier ámbito, en cualquier estrato social y que ha ido haciendo eco en internet con el mayor descaro. Para erradicarlo hace falta visibilizarlo. El acoso jamás debe ser normalizado.

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